miércoles, 28 de noviembre de 2012

UN GRAN ESFUERZO
Por Charles Ryrie
 
 
"Por eso, queridos hermanos, mientras esperan estos acontecimientos, esfuércense para que Dios los halle sin mancha y sin defecto, y en paz con él." 2 Pedro 3:14

En las olimpiadas de Londres 2012 Usain Bolt fue el más rápido de la tierra, bajando el record olímpico en la carrera de los 100 metros. Este hombre corrió diez metros por segundo. Es lo que yo tardo en escribir una pala

bra en mi teclado. Pero no es un improvisado. Desde la anterior olimpiada, cuando asombró al mundo con su velocidad, Usain ha estado trabajando cada día con ese objetivo. Él deseaba bajar unas milésimas de segundos su record. ¡Milésimas de segundo! Y por algo tan pequeño estuvo trabajando y esforzándose diariamente durante cuatro años. Sacrificio silencioso, mucho entrenamiento, sudor, cansancio, estirar la resistencia al límite, régimen de comida, sin excesos, poca diversión, mucho esfuerzo por unas milésimas.

¿Cuántas veces se habrá preguntado este hombre si valía la pena tanto esfuerzo durante esos cuatro años?, ¿cuántas veces acalambrado, habrá deseando dejar de entrenar; levantarse y seguir dolorido su rutina?, ¿Cuántas veces habrá querido abandonar? Jamás lo sabremos. Solo podemos saber algo. No bajó los brazos, se esforzó más que nadie y alcanzó su objetivo. Fue el hombre más rápido del mundo en Londres 2012.

El Apóstol Pedro no corría mucho, pero también sabía de esfuerzos, su vida fue dura siendo pescador, sabía de madrugar, de tener frío, de pasar la noche en vela, de trabajar mucho y recoger poco. Por eso, cuando su vida estaba terminando, mirando todo lo que había vivido, les resume a sus amigos en la frase de 2 Pedro 3:14, la razón para seguir entrenando.

El tiempo se acaba, cada vez queda menos para la llegada de Jesucristo. Y el clamor de Dios sigue estando vigente. Dios demanda santidad de tu vida y de la mía. Pedro lo sabía, muchas veces había fallado, y muchas veces había luchado, trabajado y sudado por mantenerse santo. Y lo había conseguido; ya anciano, nos pide que nos esforcemos por estar en paz y en santidad con Dios.

Es un gran esfuerzo, y en medio de tanta corrupción y pecado, suena tonto querer mantener la santidad. Cuesta demasiado y no tiene resultados positivos a corto plazo. Pero al igual que Usain, el sacrificio y el esfuerzo de ser santo para Dios lo disfrutarás aquí y por toda la eternidad. Recuerda que solo aquel que se esfuerza alcanza el objetivo.

REFLEXIÓN – Dios quiere darte la medalla de oro de santidad, ¡esfuérzate!
Autor: Daniel Pérez Cliffe

Medios para la Santificación

1. La Palabra de Dios. Ya hemos observado que el Señor oró para que el Padre santificara a los creyentes por medio de la Palabra (Jn. 17: 17). La iglesia primitiva consideró de gran importancia el continuar en la doctrina de los apóstoles (Hch. 2:42). Nuestro Señor mismo sirve del mejor ejemplo de la necesidad de usar debidamente la Palabra para enfrentarse con la tentación (Mt. 4: 1-1 1). El centro de los viajes misioneros de San Pablo fue siempre la predicación de la Palabra de Dios (Hch. 1 3:5, 44, 46; 17:2; 1 8:4; 20:32). Para la santificación, el uso de la Palabra es básico y crucial.

2. La oración. Un segundo medio de santificación es la oración. También fue esta una de las características de la iglesia primitiva (Hch. 2:42; cp. 3:1; 4:24; 6:4; 9:40; 10:4,31; 12:5; 13:3; 16:13,16; y 28:8) y es mandada a los creyentes actuales. Habló nuestro Señor « sobre la necesidad de orar siempre y no desmayar» (Lc.18: 1). La palabra desmayar significa « descorazonarse o cansarse». El apóstol Pablo mandó: « Perseverad en la oración, velando en ella con acción de gracias» (Col. 4:2). También dijo: «Orad sin cesar» (1 Ts. 5:17).

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