La Voz que Habla
Por A. W. tozer
En el principio era el
Verbo, y el Verbo era con Dios,
y el Verbo era Dios. Juan 1:1
Cualquier
persona inteligente, aún no instruida en las enseñanzas del cristianismo,
leyendo este texto llegaría a la conclusión que lo que Juan quiere decir es que
Dios desea hablar, y comunicar sus pensamientos a otros. Y estaría en lo
cierto. La palabra es el medio por el cual se expresan los pensamientos, y al
aplicar este término al Hijo de Dios nos lleva a pensar que el deseo de
expresarse es inherente a la Divinidad, y que Dios desea hablar con los seres
que ha creado. Toda la Biblia apoya esta creencia. Dios está hablando. No solo
que ha hablado, sino que está hablando. Habla continuamente por medio de la
naturaleza; el mundo está lleno de su voz.
Una de las grandes realidades que debemos considerar es la Voz de Dios
hablando en este mundo. La cosmología más breve y más satisfactoria es ésta.
"Dios dijo, y fue hecho!' El por qué de la ley natural es la voz viviente
de Dios inmanente a toda la creación. Y esta palabra de Dios que dio vida a
todas las cosas no puede entenderse que es la Biblia, porque no es palabra
escrita o impresa, sino la expresión de la voluntad de Dios hablando en la
estructura de todas las cosas. Esa palabra de Dios es el aliento divino, que
llena todo con potencia viva. La voz de Dios es la energía más poderosa en la
naturaleza, pues toda energía parte del hecho de que Dios ha hablado.
La Biblia es la palabra escrita de Dios, y porque es escrita, está
confinada a los límites del papel, tinta y cuero. En cambio la voz de Dios es
viva, libre y soberana. "Las palabras que yo os he hablado, son espíritu
y son vida!' La vida está en las palabras habladas. La palabra de Dios en la
Biblia puede tener poder solo si corresponde con la palabra de Dios en el
universo. Es su Voz presente, lo que hace a la palabra escrita tan poderosa.
Si no fuera así, la palabra estaría encerrada entre las tapas de un libro.
Sería una concepción muy primitiva de Dios imaginarlo en la creación
usando sierras, martillos y clavos a la manera de un carpintero que fabrica un
mueble. La Biblia enseña otra cosa. "Porque él dijo, y fue hecho; él
mandó, y existió"(Salmos 33.9). "Por la fe entendemos haber sido
compuestos los siglos, por la palabra de Dios" (Hebreos 11:3). Tengamos en
cuenta que Dios no se refiere aquí a su palabra escrita, sino a su palabra
hablada. La voz de Dios que llena el mundo antecede a la Biblia por siglos
incontables. Es una voz que no ha dejado de oírse desde los albores de la
creación, y sigue resonando de un extremo a otro del universo.
La palabra de Dios es rápida y poderosa. En el principio de todas las
cosas habló hacia la nada, y la nada se convirtió en algo. El caos oyó esa voz,
y se convirtió en orden; la oscuridad la oyó, y nació la luz. "Y dijo Dios
sea, y fue!' Estas palabras gemelas, como causa y efecto, ocurren a todo lo
largo del relato bíblico de la creación. El dijo vale por el así. Y el así, es el
dijo puesto en continuo presente.
Que Dios está aquí, y está hablando, son verdades que respaldan otras
verdades bíblicas: sin ellas no podría haber revelación. Dios no escribió un
libro y lo envió por medio de mensajeros a personas sin ayuda. Dios habló un Libro,
y vive en sus palabras habladas, hablando continuamente sus palabras y
haciendo que perduren a través de los años. Dios sopló sobre un muñeco de barro
y ese vino a ser un hombre. El sopla sobre los hombres y vuelven a convertirse
en barro. "Volveos, hijos de los hombres" -fue lo que Dios dijo
después de decretar la muerte de todo hombre, y no fue necesario que dijera una
sola palabra más. La triste procesión humana desde la cuna hasta la sepultura
es prueba suficiente de que su primera palabra fue verdad.
Todavía no hemos dado la atención necesaria a esa profunda declaración en
el evangelio de Juan que dice, "Aquel era la luz verdadera que alumbra a
todo hombre que viene a este mundo!' No importan los cambios de puntuación que
se hagan, la verdad permanece firme' la palabra de Dios afecta el corazón de
todo hombre, como la luz lo hace al alma. En el corazón de todos los hombres
brilla la luz y resuena la palabra, y no hay manera de escapar. Algo así debe
ser necesario, si es cierto que Dios vive y está en el mundo. Juan afirma que
así es. Aun las personas que nunca han leído la Biblia han recibido en sus
conciencias mensajes suficientemente claros, de manera que no pueden decir que
no han oído su voz. "Mostrando la obra de la ley escrita en sus corazones,
dando testimonio su conciencia, y acusándoles, o defendiéndoles, sus
razonamientos"(Romanos 2:15)."Porque las cosas invisibles de él, su
eterna potencia y divinidad, se echan de ver desde la creación del mundo,
siendo entendidas por las cosas que son hechas, de modo que son
inexcusables"(Romanos 1:20).
Los hebreos de la antigüedad le daban el nombre de Sabiduría a esa voz de
que estamos tratando, pues decían que se oía en todas partes y que recorría la
tierra en busca de respuesta de parte de los hijos de los hombres. El capítulo
octavo del libro de Proverbios comienza así: "¿No clama la sabiduría, y
da su voz la inteligencia?" Entonces describe la sabiduría como una
hermosa mujer que "se para en las alturas y en las encrucijadas de los
caminos; dirige su voz a todas partes, para que nadie deje de oírla y dice:
'Oh, hombres, a vosotros clamo; dirijo mi voz a los hijos de los hombres.'
"Seguidamente se dirige a los simples y faltos de cordura y les aconseja
que escuchen lo que les dice. Lo que pide la sabiduría de Dios es atención
espiritual, pero rara vez este pedido es escuchado. La tragedia consiste en que
nuestro bienestar eterno depende de nuestro oír, y hemos enseñado a nuestros
oídos a no escuchar.
Esta voz universal ha resonado siempre, y a menudo atribulado a los
hombres, aun cuando estos no se daban cuenta de donde provenían sus temores.
¿No será esa voz que se cierne como niebla vital sobre los corazones de hombres
y mujeres, lo que ha despertado sus conciencias y sus anhelos de inmortalidad
en millones de seres humanos desde los albores de la historia? No tenemos por
qué temer eso. La voz hablando es un hecho. Como los hombres han reaccionado
ante ella, es algo que se debe observar.
Una vez que Dios habló a nuestro Señor desde el cielo, algunos que oyeron
atribuyeron la voz a causas naturales. "Ha sido trueno',' dijeron. Este
hábito de explicar la voz por causas naturales es la vera raíz de la ciencia
moderna. En el soplo de vida del cosmos hay algo misterioso, algo sumamente
pavoroso, que la mente humana no alcanza a comprender. El creyente no pretende
comprenderlo, simplemente cae de rodillas y exclama " ¡Dios!" El
hombre común también cae de rodillas, pero no lo hace para adorar, sino para
investigar, escudriñar, en su afán de hallar explicación natural a todas las
cosas. Estamos viviendo en un siglo secularizado. Nuestros pensamientos y
hábitos son los del científico, no los del adorador. Estamos más dispuestos a
explicar que a adorar. "Es un trueno" decimos, y seguimos nuestro
camino, indiferentes. Pero todavía la Voz sigue resonando y escudriñando. El
orden y la vida del mundo dependen de esa Voz, pero los hombres están demasiado
ocupados, o demasiado obstinados para escuchar.
Cada uno de nosotros ha tenido alguna experiencia imposible de explicar:
un súbito sentido de soledad, un sentimiento de maravilla o de pavor, al
contemplar la vastedad del infinito. O tal vez un fugaz relámpago de luz, como
venido de otro sol, que nos ha dejado la sensación de pertenecer a otro mundo,
que nuestro origen es divino. Lo que hemos visto entonces, o sentido, o l
aprendido, es diferente a todo lo que enseñan las escuelas, y en una amplia
gama, distinto de todas nuestras anteriores experiencias y opiniones.
Nos vimos entonces forzados a suspender nuestras dudas cuando, por un
breve momento, las nubes se retiraron y pudimos ver y oír por nosotros mismos.
Cualquiera sea la explicación que demos a estos casos, no seríamos justos si
excluyéramos completamente a Dios, negando que nos estuviera hablando en ellos.
Nunca tengamos a tal petulancia.
Es mi propia creencia (y no me enojo si alguien opina de distinta
manera),que todo lo bueno y bello que hay en el mundo, producido por el hombre,
es el resultado de su falaz y pecaminosa respuesta a la Voz creativa que
resuena por toda la tierra. Los filósofos moralistas, que soñaron sueños de
virtud; los pensadores religiosos, que especularon acerca de Dios y la
inmortalidad; los poetas y artistas, que crearon de la materia común obras de
imperecedera belleza, ¿cómo se pueden explicar? No es suficiente con decir
"Se trata del genio."
¿Qué es el genio? El genio podrá ser un hombre perseguido por esa Voz,
que trabaja afanándose como un poseído, por ver si logra alcanzar un fin que
vagamente comprende. El hecho de que el genio, sea hombre o mujer, no crea en
Dios, y aún hable o escriba en contra de él, no contradice lo que estoy
diciendo. La revelación de la obra redentora de Dios que se halla en las
Escrituras es necesaria para la obtención de la fe salvadora y la paz con Dios.
La fe en el Salvador resucitado es necesaria para la obtención de paz y
tranquilidad y para adquirir fe en nuestra propia inmortalidad. Para mí todo
esto es una adecuada explicación de todo lo bueno que existe fuera de Cristo.
Pero usted puede ser un buen cristiano sin aceptar mi tesis.
La voz de Dios es amistosa. Nadie necesita asustarse al oiría, a menos
que antes haya hecho la decisión de no obedecerla. La sangre de Cristo ha
cubierto no solo la raza humana, sino toda la creación también. "Por
cuanto agradó al Padre que en él habitase toda plenitud, y por él reconciliar
todas las cosas consigo, así las que están en la tierra como las que están en
el cielo, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz"(Colosenses
1:19-20). Podemos predicar con toda confianza acerca de un cielo amistoso. Los
cielos y la tierra están llenos de la buena voluntad de aquel que habitó en la
zarza. La sangre perfecta del sacrificio expiatorio asegura esto para siempre.
Quienquiera que desee detenerse a escuchar oirá hablar a los cielos.
Esta no es la hora en que los hombres están dispuestos a escuchar, porque el
escuchar no es parte de la religión popular de hoy en día. Nos encontramos en
el polo opuesto. La religión ha aceptado la monstruosa herejía de que el ruido,
el tamaño, la actividad y el estrépito hacen estimable al ser humano delante de
Dios. A un pueblo que está sumido en un clima de violencia Dios le dice:
"Estad quietos, y conoced que ye soy Dios." Hoy en día Dios quiere
que aprendamos que nuestra fortaleza y seguridad no dependen del ruido, sino
del silencio.
Es necesario que estemos tranquilos y en silencio para oír la voz de
Dios. Lo mejor es que estemos con nuestra Biblia abierta ante nosotros.
Entonces, si así lo deseamos, podemos acercarnos a Dios y escuchar lo que está
hablando a nuestro corazón. Pienso que para la mayoría de las personas el
procedimiento será algo como esto: primero un sonido, como de una Presencia
caminando en el jardín. Después una voz, algo más inteligible, pero todavía
algo lejos. Luego, el momento feliz cuando el Espíritu comienza a iluminar las
Escrituras, y eso que al principio fue solo un sonido, y después una voz, llega
a ser una palabra clara, cálida, íntima y amable como la del mejor amigo.
Enseguida vendrá la vida y la luz, y lo mejor de todo, la capacidad de ver y
descansar, abrazando a Cristo como el Salvador y Señor de todo.
La Biblia no podrá nunca ser un libro vivo hasta que no reconozcamos que
Dios habla en el universo. Saltar de un mundo impersonal y muerto a una Biblia
dogmática es algo demasiado para muchas personas. Ellos pueden admitir que
deberían aceptar la Biblia como la Palabra de Dios, pero de ahí a creer que
cada palabra es para ellos, media un gran trecho. Un hombre puede decir,
"Esas palabras son para mí," pero todavía seguir pensando en su
corazón que no lo son. El es víctima de una psicología dividida. Trata de
pensar que Dios está mudo en todas partes y que habla solo en un libro.
Creo que mucha de nuestra incredulidad religiosa se debe a que tenemos
una equivocada concepción de las Escrituras de Verdad. Un Dios silencioso
comienza a hablar súbitamente en un Libro, y cuando éste queda terminado,
vuelve a guardar silencio por el resto de los siglos. Y ahora leemos el libro
como si fuera solo el registro de lo que Dios dijo en los tiempos que hablaba.
Con nociones como estas en nuestra cabeza, ¿cómo podemos creer? El hecho es que
Dios no está mudo y silencioso, que nunca lo ha estado. Está en la naturaleza
de Dios hablar. La segunda persona del Dios Trino es llamada la Palabra. La
Biblia es el resultado del continuo hablar de Dios. Es la declaración
infalible de su mente dicha para nosotros en palabras comprensibles y familiares.
Creo que un nuevo mundo surgirá de la actual niebla religiosa cuando nos
acerquemos a la Biblia con la idea de que no solo es un libro que una vez ha
hablado, sino uno que habla todavía. Los profetas decían habitual-mente
"Así dice el Señor." Y daban a entender a sus oyentes que Dios estaba
hablando siempre en tiempo presente. Podemos usar el tiempo pasado para hacer
ver que en algún momento, en el tiempo pasado, Dios habló, pero lo que Dios
dijo una vez, sigue repitiéndose, como la criatura que ha nacido sigue
viviendo, y un mundo que fue creado, sigue existiendo. Pero estas ilustraciones
son insuficientes, porque las criaturas mueren, y los mundos se consumen, mas
la Palabra del Dios nuestro permanece para siempre.
Si queréis proseguir en conocer a Dios, abrid vuestra Biblia, en la
seguridad de que ella os hablará. No la leáis pensando que es una cosa que
podéis desechar en cualquier momento, porque ella es algo más que una cosa; es
una voz, una palabra, la palabra del Dios vivo.
Señor, enséñame a escuchar. Los tiempos son ruidosos, y mis oídos están
hartos de gritería y sonidos estridentes. Dame el espíritu del niño Samuel, que
di/o, "Habla, Señor, que tu siervo oye." Permíteme que te oiga
hablándome al corazón. Haz que me acostumbre al sonido de tu voz, y que lo oiga
cuando todos los de la tierra hayan desaparecido; haz que los únicos sonidos
que oiga en esos momentos sean los de la música de tu Voz, amén.