martes, 10 de julio de 2012


LO QUE  SUCEDE CUANDO PECA  

Por Adrian Rogers

Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia. Por tu abundante compasión, borra mis rebeliones. Lávame más y más de mi maldad, y límpiame de mi pecado.
Salmo 51:1, 2
¿Qué sucede cuando un cristiano peca? Si no podemos perder nuestra salvación, ¿quiere decir que no perdemos nada cuando pecamos?
Hace algún tiempo escuché la historia de un ex boxeador que se convirtió y pensaba que Dios lo había llamado a predicar. El único problema era que, mientras él creía tener el don de la enseñanza, nadie parecía tener el don de escucharlo. Como no pudo iniciar una iglesia consiguió un pequeño púlpito, buscó una esquina en la calle y empezó a predicar a los transeúntes. Logró captar la atención de dos o tres amigos, a quienes les agradaba, otras dos o tres personas que lo odiaban y de un ateo, quien le dijo:
-No creo nada de lo que dice la Biblia.
El ex boxeador y el llamado ateo, que era un pseudointelectual, solían entrar en discusiones.
Un día el ex boxeador le dijo al ateo:
-Escuche, si le pudiera demostrar por lo menos con un versículo de la Biblia que ella es verdad, ¿se disculparía conmigo?
-Sí, claro que lo haría -dijo el ateo.
Entonces el ex boxeador se le acercó y extendiendo la mano tomó al hombre por la nariz y se la torció tan severamente que le hizo correr sangre por las fosas nasales. Luego, con una sonrisa en su rostro, abrió la Biblia y leyó Proverbios 30:33: "Ciertamente el  que bate la leche sacará mantequilla; el que con fuerza se suena la nariz sacará sangre, y el que provoca la ira causará contienda". Después dijo:
-Quiero que se disculpe conmigo porque le he demostrado por lo menos con un versículo que la Biblia es verdad.
Tan cierto como que el batir la leche saca mantequilla y sonarse con fuerza la nariz saca sangre, si un cristiano usa incorrectamente la palabra de Dios y con ello causa daño a su prójimo y provoca contienda, recibirá el fruto de su pecado y tendrá que atenerse a las consecuencias de su mal proceder.
En el Salmo 51, encontramos la historia del pecado del rey David. Él cometió un horrible, odioso y perjudicial pecado, a pesar de ser hijo de Dios. Yo espero encontrarme con David en el cielo. Él fue un hombre conforme al corazón de Dios a pesar de haber cometido un pecado tan abominable, terrible y despreciable. Lo que nosotros vemos es esto: Si un cristiano está atado al pecado, está atado al sufrimiento. No perderá su salvación, pero el sufrimiento viene tras el pecado como la noche viene tras el día.
Primero consideremos las consecuencias del pecado en la vida de un cristiano, y luego pensemos sobre la limpieza del mismo.
Recuerde que el Salmo 51 fue escrito por David después de haber vuelto su corazón a Dios. Él recuerda las consecuencias de su pecado y escribe su historia, un registro para que leamos y aprendamos. Usted puede buscar una Biblia y tenerla abierta en el Salmo 51 a medida que continuamos.

Las consecuencias del pecado en la vida de un cristiano

El pecado ensucia el alma

Aquí David está orando: "Oh Dios, lávame; Oh Dios, límpiame". Pero él es un rey que viste túnicas reales, duerme en cama de seda, se baña en tina de mármol con jabón perfumado, pero aún así se siente mugriento, sucio.
¿Sabía que si usted es hijo de Dios y peca, se sentirá espiritualmente sucio? Y si no se siente sucio cuando peca, necesita preguntarse si ha llegado a ser salvo. Ningún cerdo ha dicho alguna vez: "Me siento afligido porque estoy sucio". El hijo de Dios se da cuenta de que está sucio cuando peca.
Mucha gente tiene una forma de religión, pero nunca se ha limpiado. Ellos han sido almidonados y planchados, pero nunca han sido lavados. Tienen una suciedad que está presente todo el tiempo, al punto de que en realidad nunca se sienten sucios. Pero cuando un verdadero hijo de Dios peca, se siente sucio. Si usted es hijo de Dios y ha pecado, se ha sentido así. Quiero decirle esto: Si usted puede pecar sin sentirse sucio y mugriento espiritualmente, necesita preguntarse si alguna vez ha llegado a ser salvo; si realmente conoce al Señor.

El pecado domina la mente

En el versículo 3, David dice: "Porque yo reconozco mis rebeliones, y mi pecado está siempre delante de mí". Piense en la expresión: "Y mi pecado está siempre delante de mí". Día y noche, noche y día, lo que David había hecho se había grabado de tal manera en su conciencia, retumbaba tanto en su espíritu que todo el tiempo estaba consciente de ello.
Una prueba para saber si usted es salvo no es ver si puede pecar, sino ver si puede pecar y simplemente ignorarlo, olvidarlo. Si usted es hijo de Dios, el Espíritu Santo no le permitirá ignorarlo ni olvidarlo. El Espíritu Santo pondrá su dedo en la llaga y hará presión. David dijo: "Mi pecado está siempre delante de mí". El pecado cometido dominaba su mente. Eso no significa que conscientemente él estuviera pensando en el pecado todo el día.
En su corazón y en su vida puede haber pecado. Es probable que usted esté intentando resolver un problema de matemáticas. Puede que en ese preciso momento no esté pensando en ese pecado, pero no significa que su pecado no esté siempre allí. Ahí está, ya sea en su mente consciente o quizás peor, en su mente subconsciente. Usted puede darle un empujón y quitarlo del frente de la puerta, pero él rondará la casa y entrará por una ventana. Se presentará en su subconsciente con un temperamento irritable, con desconcentración, insomnio, falta de gozo. Su pecado estará allí noche y día. Si usted sencillamente puede pecar y olvidarlo, necesita preguntarse: "¿En realidad he sido salvo?".
Hay dos tipos de heridas que pueden llegar al alma humana, a la psiquis humana: una es la culpa y otra la tristeza. La tristeza es una herida limpia; dele tiempo y sanará, pero la culpa es una herida sucia. Simplemente se infecta y sigue así sin detenerse hasta que sea limpiada.
Por eso David ora: "Oh Dios, mi alma se siente sucia, mi mente está dominada por lo que he hecho".

El pecado deshonra al Señor

En el versículo 4, David le dice a Dios: "Contra ti, contra ti solo he pecado y he hecho lo malo ante tus ojos. Seas tú reconocido justo en tu palabra y tenido por puro en tu juicio". Piense sobre la primera parte del versículo donde él dice: "Contra ti, contra ti solo he pecado". Pero, ¿contra quién pecó David?
Al pensar en eso, usted podría decir: "Al cometer adulterio David pecó contra su propio cuerpo. Obviamente también pecó contra su familia. Y no sólo pecó contra su cuerpo y contra su familia; pecó contra la nación de Israel". Ninguno de estos pecados se menciona. Él vio el pecado como lo que realmente es, ¡una afrenta contra el Omnipotente Dios!
Como David amaba a Dios, su corazón estaba roto. Por eso dijo: "Contra ti, contra ti solo he pecado y he hecho lo malo ante tus ojos". Cuando una persona quiere cometer adulterio, a veces planea una cita clandestina, algún encuentro confidencial en algún lugar oculto. Pero David cayó en la cuenta: "Mi Dios, me estabas mirando. Tus ojos vieron lo que hice. Oh Dios, Dios mío, Dios, el Dios que yo amo, Señor, he pecado contra ti. No sólo he quebrantado tu ley, sino que también he roto tu corazón".
Un hombre no salvo a veces se siente mal por lo que el pecado le hace. Un hombre que es salvo se siente mal por lo que su pecado le hace a Dios. Esa es la diferencia. ¿Qué es lo que asusta a un esclavo cuando desobedece? El látigo. Pero cuando un hijo desobedece, es lastimado por el desagrado que le causa a su padre. Cuando usted ama a Dios, puede saber que es salvo cuando es el pecado, y no el castigo, lo que carga en su conciencia.
David posiblemente pensó: "Mi pecado no sólo ha ensuciado mi alma, no sólo ha dominado mi mente, ¡ha deshonrado a mi Dios! Dios, he pecado contra ti".

El pecado deprime el corazón

En el versículo 8 de este salmo, David habla sobre las consecuencias de su pecado:"Hazme oír gozo y alegría, y se regocijarán estos huesos que has quebrantado". Está deprimido. No tiene alegría, no tiene gozo. ¡Parecía emocionante mientras lo hacía, mientras estaba cometiendo el pecado! Pero la Biblia dice: "Sabroso es al hombre el pan mal adquirido; pero cuando haya llenado su boca, se convertirá en cascajo" (Proverbios 20:17). David había perdido su gozo. Mire el versículo 12: "Devuélveme el gozo de tu salvación...". No dice: "Señor, restaura mi salvación", porque la tenía. Pero había perdido el gozo de tenerla.
La persona más miserable sobre la tierra no es la que está perdida, sino la que es salva pero no tiene comunión con Dios. Sólo una cosa le puede quitar el gozo de su corazón; no son dos, ni tres, ni cuatro; es sólo una, y esa es el pecado. Y sólo un tipo de pecado: el suyo. Cuando alguien peca contra usted, ese es el pecado de esa persona. Su reacción a lo que le hicieron a usted puede quitarle el gozo. Si usted me golpeara en la cara, eso no podría quitarme la alegría de mi corazón. Podría lastimarme y quitarme la felicidad, pero no podría quitarme el gozo. Puede quitarle el gozo a usted, pero no a mí. Si yo reaccionara contra usted de manera incorrecta, eso sí que me quitaría el gozo.
A propósito, si usted quiere ver lo que yo soy o lo que cualquier otra persona es, no mire sus acciones, mire sus reacciones, pues estas muestran lo que ellos realmente son. El golpearme en la cara sencillamente le daría a usted una oportunidad de ver mi reacción. Si usted quiere ver de qué está llena una persona, sólo mire lo que sale de ella cuando es empujada. Si usted empuja a alguien y de esa persona brota el enojo, entonces esa persona está llena de enojo. Si usted empuja a alguien y lo que brota es Jesús, esa persona está llena de Jesús. Si usted quiere saber lo que yo soy realmente, obsérveme cuando alguien me quita el lugar en un estacionamiento o me cierra el paso en la autopista. Al ver cómo reacciono, usted conocerá a la persona real que soy.
Lo que estoy diciendo es que el gozo debe ser constante, sin importar lo que cualquier otra persona haga. Pero usted dice: "Bien, espere un momento, yo no puedo estar contento todo el tiempo". Estoy de acuerdo con usted, uno no puede estar contento todo el tiempo. Yo no estoy hablando de felicidad, estoy hablando de gozo.
Hay una diferencia entre felicidad y gozo. La felicidad depende de lo que pasa. Por eso la llamamos felicidad. Si lo que a usted le sucede es bueno, usted estará feliz. Si lo que le sucede es malo, no estará feliz. A veces nos pasan cosas malas; no podemos esperar estar contentos todo el tiempo.
Usted no querría estar contento todo el tiempo. Se enfermaría y se cansaría de estar contento todo el tiempo. Usted no tiene que estar siempre con una sonrisa en su rostro. Estar contento todo el tiempo sería como comer helado en cada comida.
Jesús fue un hombre de dolores. Él lloró. No estuvo feliz todo el tiempo, pero estaba lleno de gozo. Al enfrentar la cruz, habló con sus discípulos y les dijo: "Estas cosas os he hablado para que mi gozo esté en vosotros y vuestro gozo sea cumplido" (Juan 15:11).Enfrentaba el Calvario cruel pero hablaba de gozo. No es de extrañar que Pablo pudiera escribir desde una atroz prisión este mandato: "¡Regocijaos en el Señor siempre! Otra vez lo digo: ¡Regocijaos!" (Filipenses 4:4).
El gozo del Señor es constante, y es nuestra fortaleza. La felicidad es como un termómetro que registra las circunstancias. El gozo es como un termostato que controla las circunstancias.
Es maravilloso cuando usted puede experimentar, al mismo tiempo, la felicidad y el gozo. Esos son tiempos extraordinarios. Quizá usted esté pasando unas vacaciones maravillosas. Está con su familia, y se está divirtiendo mucho. Cuando usted está con otros cristianos que aman al Señor y oran unos por otros, el gozo del Señor está presente. Realmente, es maravilloso cuando la felicidad y el gozo vienen juntos.
Cuando la felicidad se va, el gozo se vuelve lo más importante. Y a veces Dios le da gozo, no para quitar el dolor, sino para ayudarle a soportarlo. Y en medio del insoportable dolor, puede haber un gozo sobrenatural. Barbara Johnson lo plantea de esta manera: "El dolor es inevitable, pero la miseria es opcional".

El pecado enferma el cuerpo

El pecado, sin arrepentimiento, puede hacer que su cuerpo realmente se enferme. Vea de nuevo el versículo 8: "Hazme oír gozo y alegría, y se regocijarán estos huesos que has quebrantado". Recuerde que esto es poesía. David no tiene una fractura, pero habla de huesos rotos. Está usando una figura literaria. Hoy nosotros hacemos lo mismo. Alguna vez usted ha dicho: "me aplastó". Bien, ¿qué quiere decir? No significa que alguien lo puso en un compresor de basura, sino que fue estrujado, que se ejerció presión sobre usted. Y David está diciendo algo como:"Dios, me estás oprimiendo. Hazme oír gozo y alegría para que los huesos que has roto se puedan regocijar".
A veces tenemos la idea de que si pecamos, Dios sencillamente nos va a expulsar. ¡Oh, no!, él no nos echa fuera, pero sí nos oprime con más fuerza. Dios estaba ejerciendo presión sobre David, y por eso David expresa esas palabras ante el Señor. Esa era una de las maneras como podía saber que era salvo. Dios no lo iba a dejar ir debido al pecado que había en su vida, sino que sencillamente lo apretó más fuerte.
¿Por cuánto tiempo puede alguien soportar esa presión en su vida sin que su cuerpo se afecte? En Proverbios 17:22, la Biblia dice: "El corazón alegre mejora la salud, pero un espíritu abatido seca los huesos" . Así como el gozo es medicinal, el abatimiento es venenoso.
Vemos que David se encuentra bajo una terrible presión. Cuando una persona está bajo presión psicológica y espiritual, su cuerpo se puede ver afectado. A eso lo llamamos "enfermedad psicosomática". Psicho quiere decir "mente"; soma "cuerpo". La mente hace que el cuerpo se enferme, incluso por causa de cosas muy comunes.




¿Hay aspirinas?
Permítame darle una ilustración. Una madre llama porque la cena está lista. Entonces papá y mamá junto con su hija y su hijo se sientan a tomar la deliciosa cena que la madre ha preparado. Todo está bien hasta que el hermano pregunta:
-Papá, ¿puedo usar el carro esta noche?
-No, no lo puedes usar hoy porque lo usaste anoche. Esta noche me toca a mí -dice la hermana.
-Tú cállate. No estaba hablando contigo. Estaba hablando con papá -le dice el hermano a la hermana.
-No uses la palabra cállate. Nosotros no hablamos así en nuestra casa -interviene el papá.
-Pero ella comenzó -dice el hermano.
-Miren chicos, ¡cierren la boca! -interviene, otra vez, el papá.
Entonces, la madre también interviene:
-Acabas de decir que no dijeran "cierra la boca".
-¡Tú, cierra la boca! -responde el papá.
Y entonces el hermano, la hermana, el padre y la madre se envuelven en una discusión. La cena se enfría y al final sólo comen unos pocos bocados. Todos se levantan y se van de la mesa. Treinta minutos después uno de ellos pregunta:
-¿Hay aspirinas?
¿Qué ha sucedido? Usted lo sabe muy bien. El cuerpo reacciona con el corazón, la mente y el espíritu.
Leí un artículo donde se decía que los cambios bruscos de temperamento de una madre pueden producir cólicos al bebé que está lactando. Somos una unidad. Estamos relacionados unos con otros. Cuando leemos otros salmos, parece como si David realmente estuviera físicamente enfermo. Yo creo que era resultado directo de su pecado.
En 1 Corintios 11:30, Pablo exhorta a los corintios por haber actuado irreverentemente en la Cena del Señor. Él dice: "Por eso hay entre vosotros muchos enfermos y debilitados, y muchos duermen". Se refería a que estaban muertos debido al pecado en su vida.
El pecado enferma el cuerpo. El corazón alegre y el gozo del Señor son una medicina maravillosa. La Biblia dice:"...el gozo de Jehovah es vuestra fortaleza" (Nehemías 8:10). Cuando usted está feliz en Jesús, duerme mejor. Cuando está alegre, usted digiere su comida, sus jugos gástricos fluyen, sus glándulas funcionan cuando deben hacerlo, porque hay gozo en el Señor.

El pecado estropea el espíritu

Ciertamente el pecado degenera el espíritu. David dice: "Crea en mí, oh Dios, un corazón puro y renueva un espíritu firme dentro de mí" (v. 10). El espíritu de David estaba amargado y estropeado.
Le voy a hacer una confesión: Si yo tuviera que elegir un compañero para realizar algún trabajo durante el día, preferiría estar con un pecador que no ha sido salvo que con un salvo sin comunión con Dios. Las personas salvas, que no tienen comunión con Dios, son irritables, abusivas y difíciles de tratar. Algunas de las personas más irritables que usted haya conocido en la vida son cristianos sin comunión espiritual. Tienen un espíritu amargado y nada les agrada.
Usted sabe, ningún plato en la mesa puede verse bien si usted sufre de indigestión. A esas personas nada les agrada. Usted puede saber cuando una persona está volviendo a sus malos hábitos. En una iglesia, esas personas empiezan a tener un espíritu crítico.
En toda iglesia hay suficientes personas y cosas para criticar. Si usted se enfoca en eso, simplemente mire a su alrededor. Cuando la gente está reincidiendo en pecado, deja de poner su mirada en el Señor y empieza a ponerla en los errores de aquellos por quienes Jesús murió.
Y David, como usted verá, tenía un espíritu crítico. Su espíritu estaba contaminado. Permítame ilustrar a qué me refiero. Natán el profeta, que era como el pastor de David, vino a hacer un reclamo. Recuerde que David había cometido adulterio, y que con el fin de encubrirlo hizo que Urías el hitita, marido de Betsabé, fuera asesinado en batalla.
Al saberlo Natán, fue ante el rey y le dijo algo así: "Rey, hay un asunto que usted debe juzgar. Es algo de lo que usted debe hacerse cargo. En el reino hay un hombre que tiene todo lo que su corazón pueda desear, casas, tierras, rebaños, hatos y una familia grande. Él vivía al lado de un hombre que no tenía nada, excepto una querida corderita. Esta era como una de sus hijas, comía de su propia mesa". Siguió diciendo: "Y rey, cuando el hombre rico tuvo un invitado en su casa, fue y tomó a la querida corderita del hombre pobre, la mató y la asó, y se la dio al forastero. Rey David, ¿qué cree usted que se le debe hacer a ese hombre?".
David enfurecido, saltó de su trono y dijo: "El hombre que ha hecho eso pagará cuatro veces". Entonces Natán le dijo: "¡Tú eres ese hombre!" (ver 2 Samuel12). Natán usó una parábola para mostrarle a David cómo se había amargado su espíritu.
Observe lo rápido que David juzgó al otro hombre. Lo juzgó por haberse robado una corderita. Pero él se había robado una mujer. Él juzgó a alguien por matar un animal, pero él había matado a un ser humano. Con una viga en su propio ojo, quiso intentar sacar la paja del ojo de otra persona. El que recae en pecado siempre actúa de esa manera. Siempre tiene un espíritu amargado y vil que encuentra fallas en todos los demás.
Hace unos años, escuché la historia de un hombre en cierta iglesia. Era una iglesia pequeña, y las iglesias pequeñas tienen sus propios guardianes. Son personas que creen que Dios las ha puesto y ungido para asegurarse de que todo vaya bien en su iglesia. Un hombre abrió la puerta de un armario de escobas y encontró cinco escobas nuevas. Entonces fue a buscar al tesorero de la iglesia y le preguntó:
-¿Por qué hemos gastado tanto dinero en cinco escobas? No estamos alcanzando nuestro presupuesto, pero tenemos cinco escobas en ese armario.
Como el tesorero no lo pudo calmar, terminó hablando con el pastor. El pastor le dijo:
-Bien, hermano, yo no sé. Quizá había oferta de escobas. Quizá usamos muchas escobas, pero son sólo cinco escobas. No pierda la comunión por cinco escobas.
Sin embargo, más tarde mientras el tesorero tomaba café con el pastor, el hombre le dijo al pastor:
-Pastor, es fácil entender: ¿Cómo se sentiría usted si viera todo lo que le hubiera dado a la iglesia durante el último año invertido en cinco escobas?
Las personas que no están en comunión con Dios son rápidas para encontrar las fallas de los demás. Si usted quiere, siempre puede encontrar fallas porque sencillamente todos somos una sociedad de pecadores que al fin y al cabo nos dimos cuenta de eso y nos unimos para hacer algo al respecto.

El pecado destruye el testimonio

Aquí tenemos a David, un hombre conforme al corazón de Dios que amaba a Dios, pero cometió un horrible pecado. El pecado no sólo degenera el espíritu, sino que destruye el testimonio. Esta es una de las peores cosas que pueden ocurrir en la vida de un hijo de Dios por causa del pecado. Observe el Salmo 51:14: "Líbrame de homicidios, oh Dios, Dios de mi salvación, y con regocijo cantará mi lengua tu justicia".
¿Sabe usted por qué la gente no canta en el servicio de alabanza? Porque no está llena del Espíritu. Simplemente está llena de pecado. No tiene nada para cantar. Han perdido su canción porque han perdido su testimonio.
Mire el versículo 15: "Señor, abre mis labios, y proclamará mi boca tu alabanza". David no estaba alabando a Dios porque sus labios estaban sellados. Su pecado había destruido su testimonio y la alabanza se había secado. No estaba conduciendo almas a Cristo por lo que dice en los versículos 12, 13:"Devuélveme el gozo de tu salvación, y un espíritu generoso me sustente. Entonces enseñaré a los transgresores tus caminos, y los pecadores se convertirán a ti". ¿Puede ver lo que pasó? No había alabanza, no había canción, ningún alma ganada. ¿Por qué? Se lo diré: porque el pecado había destruido su testimonio.
A veces en la iglesia usted verá personas que apenas se sientan con sus brazos cruzados. Parece que dijeran: "Bendíceme si puedes". ¿Y por qué no están alabando a Dios? ¿Por qué no están en comunión? ¿Por qué no están gozosos? ¿Por qué no pueden decir: "Gloria a Dios"? ¿Por qué no pueden alzar sus corazones a Jesús en alabanza? Porque algo anda mal por dentro.
Andrew Murray dijo: Hay dos clases de cristianos, los ganadores de almas y los reincidentes. Manley Beasley decía: "Si usted está bien con Dios, tendrá que evitar reincidir en el pecado para ganar almas".
¿Cuáles son las consecuencias del pecado en un cristiano? Ensucia el alma, domina la mente, deshonra al Señor, deprime el corazón, enferma el cuerpo, degenera el espíritu y destruye el testimonio.
¿Puede pecar un cristiano? Sí, lo puede hacer. ¿Puede un cristiano pecar y no sufrir? No, recuerde que el hombre más miserable sobre la Tierra no es el que no es salvo, sino el hombre que es salvo y no tiene comunión con Dios.

Limpieza de pecado en la vida de un cristiano

Volvamos a empezar con el salmo y veámoslo desde otro punto de vista, pensando en la limpieza del pecado en la vida de un cristiano. Quiero darle cuatro pasos que le mostrarán cómo volverá la canción, cómo volverá el gozo y cómo se pondrá a cuentas con Dios.

Confianza

Mire el Salmo 51:1: "Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia. Por tu abundante compasión, borra mis rebeliones". ¿Sabe usted lo que David sabía? Él sabía que para una multitud de pecados, había una multitud de misericordias. Sabía que Dios no había dejado de amarlo. Él dice: "conforme a tu misericordia". Dios no nos ama porque seamos valiosos, somos valiosos porque él nos ama. Dios no nos ama porque seamos buenos. "Pero Dios demuestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros" (Romanos 5:8). Nosotros necesitamos tener la certeza de que sin importar lo que hayamos hecho, Dios nos ama.
Nunca le diga a un niño cuando sea tentado a hacer algo malo: "Si lo haces, Dios dejará de amarte". Esa es una mentira. Usted no puede hacer nada para que Dios lo ame más, ni para que lo ame menos. Él lo ama y punto. Su pecado puede contristarlo, pero él lo ama. Si tan sólo pudiéramos entender que Dios nos ama, y que para una multitud de pecados hay una multitud de misericordias.

"Afortunado"
Un hombre puso el siguiente anuncio en la sección de objetos perdidos y encontrados de un periódico: "PERRO PERDIDO. Cojea de una pata delantera, es tuerto del ojo izquierdo, tiene sarna atrás y en el lomo, no tiene cola. Fue castrado recientemente. Responde al nombre de Afortunado". Y sí que era un perro afortunado. Le diré por qué. Porque a pesar de todo lo malo que tenía, alguien lo amaba lo suficiente como para buscarlo.
¿Sabe?, nosotros somos afortunados, mejor aún, somos bendecidos. Dios nos ama por pura gracia. Y quiero que usted tenga esta confianza: Dios lo ama con amor eterno. Es pura gracia de él. Cuando entendemos esto, decimos: "Ante tal gracia, diariamente me veo forzado a ser un gran deudor"[1].
Dios lo ama. ¡Maravilla de maravillas, milagro de milagros! A pesar de que David cometió un pecado horrible, dañino, nefasto, él pudo tener confianza para orar así: "Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia. Por tu abundante compasión, borra mis rebeliones".

Confesión

El salmo 51:2,3 dice: "Lávame más y más de mi maldad, y límpiame de mi pecado. Porque yo reconozco mis rebeliones, y mi pecado está siempre delante de mí". Observe cómo se refiere David al pecado: "Mi pecado", no el de otra persona. Él está diciendo: "Dios, yo soy el pecador. Dios, yo soy el que ha pecado. Reconozco mi pecado. Mi pecado, mi trasgresión". Como el antiguo canto lo dijera: "...No es mi hermana, ni me hermano, sino yo, Señor...". Hay una cosa que Dios nunca aceptará en cuanto al pecado y eso son las disculpas. Jesús no murió por disculpas, él murió por el pecado.

No es sólo una admisión
La Biblia dice en 1 Juan 1:9: "Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiamos de toda maldad". El verbo "confesar" cuando se utiliza en el Nuevo Testamento, está compuesto por dos palabras griegas: homos y lego que significan "decir lo mismo". En el sentido bíblico, admitir su pecado no es lo mismo que confesar su pecado. Usted puede admitir su pecado en un tribunal, pero una confesión de pecado es decir lo mismo que Dios dice. Él dice:
-Adrian, esto está mal. Has hecho algo malo, has pecado.
-Sí, Dios, estoy de acuerdo contigo -respondo. Me acerco a ti y digo que pecado es lo que tú llamas pecado. Dios, estoy de acuerdo contigo, confieso mi pecado.
La gente siempre ha querido excusarse por su pecado. Empezó en el jardín del Edén. ¿Recuerda?
-Adán, ¿dónde estás? ¿Has hecho esto?
-Bien, Señor, realmente no fue mi culpa. Fue la mujer que me diste, fue su culpa.
Y Dios le habló a Eva, y ella dijo:
-Bien, Señor, pues la serpiente me engañó.
¡Desde luego la serpiente no tenía ninguna excusa!
La naturaleza humana quiere decir: "No fui yo, fue el otro". Las excusas abundan: "Es que fui criado en una familia disfuncional. Mi familia es de mal genio. Tuve un malfuncionamiento glandular". Sea lo que sea, son disculpas en lugar de confesión. Amigo, esa confianza debe ir seguida por una confesión: "Reconozco mi trasgresión".
La Biblia enseña que: "El que encubre sus pecados no prosperará, pero el que los confiesa y los abandona alcanzará misericordia" (Proverbios 28:13). Cuando nosotros intentamos cubrir el pecado, Dios lo destapa. Cuando lo destapamos, Dios lo cubre. "Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad" (1 Juan 1:9).Y amigo, usted y yo podemos ser perfecta y totalmente limpios.

La diferencia entre la acusación y la convicción
Usted necesita aprender la diferencia entre la acusación satánica y la convicción del Espíritu Santo. El diablo es el acusador de los hermanos y él lo hace de dos maneras:
1. El diablo lo acusará de pecados que usted ya haya confesado. Él intentará desenterrarlos. Amigo, cuando Dios los entierra, se han ido, nunca los volverá a exponer. "Él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad". "...Lo que Dios ha purificado no lo tengas tú por común" (Hechos 11:9). Porque "...la sangre de su Hijo Jesús nos limpia de todo pecado" (1 Juan 1:7).
En ocasiones el diablo lo acusará de cosas que usted hizo hace años. Recuerde que si usted ha entregado su vida al Señor Jesús y ha confesado sus pecados, aunque el diablo pretenda sacarlos a la luz, ya el Señor lo ha limpiado a usted de esos pecados por medio de su preciosa sangre vertida en la cruz.
2. El diablo intentará hacerlo sentir culpable sin ninguna razón. A veces usted simplemente se siente mal y termina orando de esta manera: "Oh Dios, si he pecado, perdóname". Amigo, anule ese tipo de oración. Ese no es el tipo de oración que David hizo. La Biblia dice: "Si confesamos nuestros pecados". Nombre el pecado. Esa es la única manera en que usted puede saber si realmente es perdonado. Sólo llámelo por el nombre.
El diablo tratará de sacar a relucir el pecado que ya ha sido perdonado, o buscará la forma de hacerlo sentir mal acerca de algo sin darle un nombre. Eso es acusación.
¿Qué es la convicción? La convicción es el Espíritu Santo diciendo: "Tú has hecho esto, esto y esto", y como un buen médico presionará con su dedo, justo sobre el punto que duele. Lo llamará por su nombre y querrá que usted lo confiese y sea limpio: eso es maravilloso. No permita que el diablo lo acuse de pecados que ya le han sido perdonados, o de cosas que nunca ha hecho. El Espíritu Santo de Dios lo convencerá de algo específico, luego usted lo confesará y será limpio.

Limpieza

Puesto que el pecado lo hace sentir sucio, Dios le da un baño espiritual. David dice: "Lávame" (Salmo 51:2, 7). Se trata de una limpieza un tanto exterior, puesto que el pecado nos hace sentir enteramente sucios. Luego en el versículo 7, él dice: "Quita mi pecado con hisopo, y seré limpio". Esto habla de una limpieza interior.
Usted puede ser tan puro como la nieve recién caída. "Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad" (1 Juan 1:9). "Aunque vuestros pecados sean como la grana, como la nieve serán emblanquecidos. Aunque sean rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana" (Isaías 1:18).Ese es el poder limpiador de la gracia de Dios.
Usted no tiene que llevar a todas partes esa carga, Dios se la limpia. El rey David fue limpiado de su pecado y usted también puede recibir esa limpieza maravillosa.
Un amigo pastor y su esposa salieron a celebrar su aniversario y pasaron por un almacén de ropa. En la vitrina había un hermoso vestido blanco, que parecía ser perfecto para ella. Así que entraron por simple diversión para verlo. Él dijo:
-Querida, pruébatelo.
Ella se lo puso. No necesitaba ningún arreglo. Era perfecto, como hecho a su medida. La hacía sentir bien y se veía espectacular. Al mirar la etiqueta del precio tragaron grueso, pero él le dijo:
-Querida, es nuestro aniversario. Lo voy a comprar -y lo compró.
Ella se puso el vestido y fueron a cenar sin ningún afán. Comieron de postre pastel de cerezas, y sucedió algo desagradable. Sobre su regazo cayó un pedazo de pastel de cereza justo sobre el vestido blanco. La siguiente escena se desarrolló en una lavandería. Llevaron el vestido y preguntaron al dueño:
-¿Puede usted quitar esta mancha?
-Bien, ¿de qué es? -preguntó el hombre.
-Es de cereza -dijo ella.
-Ay, señora, en un vestido blanco, no creo que pueda. Es posible, pero no prometo nada. Déjemelo, haré lo mejor que pueda.
Se marcharon. Cuando fueron a recoger el vestido, ella preguntó:
-¿Logró quitarle la mancha?
-Se lo mostraré -dijo el dueño-o Si lo mira cuidadosamente verá que hay una mancha, pero por lo general la gente no lo notaría.
Pagaron y volvieron a casa con el vestido, pero ella nunca lo volvió a usar porque sabía que ahí estaba la mancha.
Ahora permítame contarle una historia con un final feliz. No hay mancha que la sangre de Jesús no pueda quitar. ¡Ninguna! "...y la sangre de su Hijo Jesús nos limpia de todo pecado" (1 Juan 1:7). David dice: "Quita mi pecado con hisopo, y seré limpio; lávame, y seré más blanco que la nieve" (Salmo 51:7).

Consagración

En el Salmo 51:12-15, David dice: "Devuélveme el gozo de tu salvación, y un espíritu generoso me sustente. Entonces enseñaré a los transgresores tus caminos, y los pecadores se convertirán a ti. Líbrame de homicidios, oh Dios, Dios de mi salvación, con regocijo cantará mi lengua tu justicia. Señor, abre mis labios, y proclamará mi boca tu alabanza". Es como si David dijera: "Señor, pon mis pies en el camino correcto, y volveré a servirte". Dios no sólo nos limpia para que podamos sentarnos tranquilamente limpios. Él nos vuelve a poner en el camino del servicio.
¿Sabe usted cómo empezó David a meterse en problemas? No estaba haciendo lo que debía estar haciendo. La Biblia dice que era el tiempo cuando los reyes iban a la guerra. En la tarde David se levantó de la cama. Ese sin vergüenza había estado en la cama todo el día. Se levantó, y vio desde la azotea a Betsabé (una mente ociosa es el taller del diablo).
¿Sabe usted que si hace lo que debe estar haciendo, no puede hacer lo que no debe estar haciendo? Cuando usted peca, tan pronto limpia su corazón de pecado, vuelve al servicio. Recuerde los cuatro pasos de restauración: Confianza, confesión, limpieza y consagración.
No crea que porque puede ser limpio da lo mismo si peca o no. Así como si pone una mano sobre un fogón y se quema, si peca, se ata al sufrimiento; pero gracias a Dios por su maravillosa, grandiosa y sin igual gracia que perdona y restaura al cristiano que peca.


[1] Come Thou Of Every Blessieng (Ven a la fuente de todas bendición). Líricas por Robert Robinson, 1759

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