LO QUE SUCEDE CUANDO PECA
Por Adrian Rogers
Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia. Por tu abundante
compasión, borra mis rebeliones. Lávame más y más de mi maldad, y límpiame de
mi pecado.
Salmo 51:1, 2
¿Qué
sucede cuando un cristiano peca? Si no podemos perder nuestra salvación,
¿quiere decir que no perdemos nada cuando pecamos?
Hace
algún tiempo escuché la historia de un ex boxeador que se convirtió y pensaba que Dios lo había llamado a predicar. El único problema
era que, mientras él creía tener el don de la enseñanza, nadie parecía tener el
don de escucharlo. Como no pudo iniciar una iglesia consiguió un pequeño
púlpito, buscó una esquina en la calle y empezó a
predicar a los transeúntes. Logró captar la atención de dos o tres amigos, a
quienes les agradaba, otras dos o tres personas que lo odiaban y de un ateo, quien le dijo:
-No
creo nada de lo que dice la
Biblia.
El ex
boxeador y el llamado ateo, que era un pseudointelectual, solían entrar en
discusiones.
Un día
el ex boxeador le dijo al ateo:
-Escuche,
si le pudiera demostrar por lo menos con un versículo de la Biblia que ella es verdad,
¿se disculparía conmigo?
-Sí,
claro que lo haría -dijo el ateo.
Entonces
el ex boxeador se le acercó y extendiendo la mano tomó al hombre por la nariz y
se la torció tan severamente que le hizo correr sangre por las fosas nasales.
Luego, con una sonrisa en su rostro, abrió la Biblia y leyó Proverbios 30:33: "Ciertamente
el que bate la leche sacará mantequilla;
el que con fuerza se suena la nariz sacará sangre, y el que provoca la ira
causará contienda". Después dijo:
-Quiero
que se disculpe conmigo porque le he demostrado por lo menos con un versículo
que la Biblia es
verdad.
Tan
cierto como que el batir la leche saca mantequilla y sonarse con fuerza la
nariz saca sangre, si un cristiano usa incorrectamente la palabra de Dios y con ello causa daño a su prójimo y provoca contienda, recibirá el
fruto de su pecado y tendrá que atenerse a las consecuencias de su mal
proceder.
En el
Salmo 51, encontramos la historia del pecado del rey David. Él cometió un
horrible, odioso y perjudicial pecado, a pesar de ser hijo de Dios. Yo espero
encontrarme con David en el cielo. Él fue un hombre conforme al corazón de Dios
a pesar de haber cometido un pecado tan abominable, terrible y despreciable. Lo
que nosotros vemos es esto: Si un cristiano está atado al pecado, está atado al
sufrimiento. No perderá su salvación, pero el sufrimiento viene tras el pecado
como la noche viene tras el día.
Primero
consideremos las consecuencias del pecado en la vida de un cristiano, y luego
pensemos sobre la limpieza del mismo.
Recuerde
que el Salmo 51 fue escrito por David después de haber vuelto su corazón a
Dios. Él recuerda las consecuencias de su pecado y escribe su historia, un
registro para que leamos y aprendamos. Usted puede buscar una Biblia y tenerla
abierta en el Salmo 51 a
medida que continuamos.
Las consecuencias del pecado en la vida de un cristiano
El pecado ensucia el alma
Aquí
David está orando: "Oh Dios, lávame; Oh Dios, límpiame". Pero él es
un rey que viste túnicas reales, duerme en cama de seda, se baña en tina de
mármol con jabón perfumado, pero aún así se siente mugriento, sucio.
¿Sabía
que si usted es hijo de Dios y peca, se sentirá espiritualmente sucio? Y si no
se siente sucio cuando peca, necesita preguntarse si ha llegado a ser salvo.
Ningún cerdo ha dicho alguna vez: "Me siento afligido porque estoy
sucio". El hijo de Dios se da cuenta de que está sucio cuando peca.
Mucha
gente tiene una forma de religión, pero nunca se ha limpiado. Ellos han sido
almidonados y planchados, pero nunca han sido lavados. Tienen una suciedad que
está presente todo el tiempo, al punto de que en realidad nunca se sienten
sucios. Pero cuando un verdadero hijo de Dios peca, se siente sucio. Si usted
es hijo de Dios y ha pecado, se ha sentido así. Quiero decirle esto: Si usted
puede pecar sin sentirse sucio y mugriento espiritualmente, necesita preguntarse
si alguna vez ha llegado a ser salvo; si realmente conoce al Señor.
El pecado domina la mente
En el
versículo 3, David dice: "Porque yo reconozco mis rebeliones, y mi pecado
está siempre delante de mí". Piense en la expresión: "Y mi pecado
está siempre delante de mí". Día y noche, noche y día, lo que David había
hecho se había grabado de tal manera en su conciencia, retumbaba tanto en su
espíritu que todo el tiempo estaba consciente de ello.
Una
prueba para saber si usted es salvo no es ver si puede pecar, sino ver si puede
pecar y simplemente ignorarlo, olvidarlo. Si usted es hijo de Dios, el Espíritu
Santo no le permitirá ignorarlo ni olvidarlo. El Espíritu Santo pondrá su dedo
en la llaga y hará presión. David dijo: "Mi pecado está siempre delante de
mí". El pecado cometido dominaba su mente. Eso no significa que
conscientemente él estuviera pensando en el pecado todo el día.
En su
corazón y en su vida puede haber pecado. Es probable que usted esté intentando
resolver un problema de matemáticas. Puede que en ese preciso momento no esté
pensando en ese pecado, pero no significa que su pecado no esté siempre allí.
Ahí está, ya sea en su mente consciente o quizás peor, en su mente
subconsciente. Usted puede darle un empujón y quitarlo del frente de la puerta,
pero él rondará la casa y entrará por una ventana. Se presentará en su
subconsciente con un temperamento irritable, con desconcentración, insomnio,
falta de gozo. Su pecado estará allí noche y día. Si usted sencillamente puede
pecar y olvidarlo, necesita preguntarse: "¿En realidad he sido
salvo?".
Hay dos
tipos de heridas que pueden llegar al alma humana, a la psiquis humana: una es
la culpa y otra la tristeza. La tristeza es una herida limpia; dele tiempo y
sanará, pero la culpa es una herida sucia. Simplemente se infecta y sigue así
sin detenerse hasta que sea limpiada.
Por eso
David ora: "Oh Dios, mi alma se siente sucia, mi mente está dominada por
lo que he hecho".
El pecado deshonra al Señor
En el
versículo 4, David le dice a Dios: "Contra ti, contra ti solo he pecado y
he hecho lo malo ante tus ojos. Seas tú reconocido justo en tu palabra y tenido
por puro en tu juicio". Piense sobre la primera parte del versículo donde
él dice: "Contra ti, contra ti solo he pecado". Pero, ¿contra quién
pecó David?
Al
pensar en eso, usted podría decir: "Al cometer adulterio David pecó contra
su propio cuerpo. Obviamente también pecó contra su familia. Y no sólo pecó
contra su cuerpo y contra su familia; pecó contra la nación de Israel".
Ninguno de estos pecados se menciona. Él vio el pecado como lo que realmente
es, ¡una afrenta contra el Omnipotente Dios!
Como
David amaba a Dios, su corazón estaba roto. Por eso dijo: "Contra ti,
contra ti solo he pecado y he hecho lo malo ante tus ojos". Cuando una
persona quiere cometer adulterio, a veces planea una cita clandestina, algún
encuentro confidencial en algún lugar oculto. Pero David cayó en la cuenta:
"Mi Dios, me estabas mirando. Tus ojos vieron lo que hice. Oh Dios, Dios
mío, Dios, el Dios que yo amo, Señor, he pecado contra ti. No sólo he
quebrantado tu ley, sino que también he roto tu corazón".
Un
hombre no salvo a veces se siente mal por lo que el pecado le hace. Un hombre
que es salvo se siente mal por lo que su pecado le hace a Dios. Esa es la
diferencia. ¿Qué es lo que asusta a un esclavo cuando desobedece? El látigo.
Pero cuando un hijo desobedece, es lastimado por el desagrado que le causa a su
padre. Cuando usted ama a Dios, puede saber que es salvo cuando es el pecado, y
no el castigo, lo que carga en su conciencia.
David
posiblemente pensó: "Mi pecado no sólo ha ensuciado mi alma, no sólo ha
dominado mi mente, ¡ha deshonrado a mi Dios! Dios, he pecado contra ti".
El pecado deprime el corazón
En el
versículo 8 de este salmo, David habla sobre las consecuencias de su
pecado:"Hazme oír gozo y alegría, y se regocijarán estos huesos que has
quebrantado". Está deprimido. No tiene alegría, no tiene gozo. ¡Parecía
emocionante mientras lo hacía, mientras estaba cometiendo el pecado! Pero la Biblia dice: "Sabroso
es al hombre el pan mal adquirido; pero cuando haya llenado su boca, se
convertirá en cascajo" (Proverbios 20:17). David había perdido su gozo.
Mire el versículo 12: "Devuélveme el gozo de tu salvación...". No dice: "Señor, restaura mi
salvación", porque la tenía. Pero había perdido el gozo de tenerla.
La
persona más miserable sobre la tierra no es la que está perdida, sino la que es
salva pero no tiene comunión con Dios. Sólo una cosa le puede quitar el gozo de
su corazón; no son dos, ni tres, ni cuatro; es sólo una, y esa es el pecado. Y
sólo un tipo de pecado: el suyo. Cuando alguien peca contra usted, ese
es el pecado de esa persona. Su reacción a lo que le hicieron a usted
puede quitarle el gozo. Si usted me golpeara en la cara, eso no podría quitarme
la alegría de mi corazón. Podría lastimarme y quitarme la felicidad, pero no
podría quitarme el gozo. Puede quitarle el gozo a usted, pero no a mí. Si yo
reaccionara contra usted de manera incorrecta, eso sí que me quitaría el gozo.
A
propósito, si usted quiere ver lo que yo soy o lo que cualquier otra persona
es, no mire sus acciones, mire sus reacciones, pues estas muestran lo que ellos
realmente son. El golpearme en la cara sencillamente le daría a usted una
oportunidad de ver mi reacción. Si usted quiere ver de qué está llena una
persona, sólo mire lo que sale de ella cuando es empujada. Si usted empuja a
alguien y de esa persona brota el enojo, entonces esa persona está llena de
enojo. Si usted empuja a alguien y lo que brota es Jesús, esa persona está llena
de Jesús. Si usted quiere saber lo que yo soy realmente, obsérveme cuando
alguien me quita el lugar en un estacionamiento o me cierra el paso en la
autopista. Al ver cómo reacciono, usted conocerá a la persona real que soy.
Lo que
estoy diciendo es que el gozo debe ser constante, sin importar lo que cualquier
otra persona haga. Pero usted dice: "Bien, espere un momento, yo no puedo
estar contento todo el tiempo". Estoy de acuerdo con usted, uno no puede
estar contento todo el tiempo. Yo no estoy hablando de felicidad, estoy
hablando de gozo.
Hay una
diferencia entre felicidad y gozo. La felicidad depende de lo que pasa. Por eso
la llamamos felicidad. Si lo que a usted le sucede es bueno, usted estará
feliz. Si lo que le sucede es malo, no estará feliz. A veces nos pasan cosas
malas; no podemos esperar estar contentos todo el tiempo.
Usted
no querría estar contento todo el tiempo. Se enfermaría y se cansaría de estar
contento todo el tiempo. Usted no tiene que estar siempre con una sonrisa en su
rostro. Estar contento todo el tiempo sería como comer helado en cada comida.
Jesús
fue un hombre de dolores. Él lloró. No estuvo feliz todo el tiempo, pero estaba
lleno de gozo. Al enfrentar la cruz, habló con sus discípulos y les dijo:
"Estas cosas os he hablado para que mi gozo esté en vosotros y vuestro
gozo sea cumplido" (Juan 15:11).Enfrentaba el Calvario cruel pero hablaba
de gozo. No es de extrañar que Pablo pudiera escribir desde una atroz prisión
este mandato: "¡Regocijaos en el Señor siempre! Otra vez lo digo: ¡Regocijaos!"
(Filipenses 4:4).
El gozo
del Señor es constante, y es nuestra fortaleza. La felicidad es como un
termómetro que registra las circunstancias. El gozo es como un termostato que
controla las circunstancias.
Es
maravilloso cuando usted puede experimentar, al mismo tiempo, la felicidad y el
gozo. Esos son tiempos extraordinarios. Quizá usted esté pasando unas
vacaciones maravillosas. Está con su familia, y se está divirtiendo mucho.
Cuando usted está con otros cristianos que aman al Señor y oran unos por otros,
el gozo del Señor está presente. Realmente, es maravilloso cuando la felicidad y
el gozo vienen juntos.
Cuando
la felicidad se va, el gozo se vuelve lo más importante. Y a veces Dios le da gozo, no para quitar el dolor, sino para
ayudarle a soportarlo. Y en medio del insoportable dolor, puede haber un gozo
sobrenatural. Barbara Johnson lo plantea de esta manera: "El dolor es
inevitable, pero la miseria es opcional".
El pecado enferma el cuerpo
El
pecado, sin arrepentimiento, puede hacer que su cuerpo realmente se enferme.
Vea de nuevo el versículo 8: "Hazme oír gozo y alegría, y se regocijarán
estos huesos que has quebrantado". Recuerde que esto es poesía. David no
tiene una fractura, pero habla de huesos rotos. Está usando una figura
literaria. Hoy nosotros hacemos lo mismo. Alguna vez usted ha dicho: "me
aplastó". Bien, ¿qué quiere decir? No significa que alguien lo puso en un
compresor de basura, sino que fue estrujado, que se ejerció presión sobre
usted. Y David está diciendo algo como:"Dios, me estás oprimiendo. Hazme
oír gozo y alegría para que los huesos que has roto se puedan regocijar".
A veces
tenemos la idea de que si pecamos, Dios sencillamente nos va a expulsar. ¡Oh,
no!, él no nos echa fuera, pero sí nos oprime con más fuerza. Dios estaba
ejerciendo presión sobre David, y por eso David expresa esas palabras ante el
Señor. Esa era una de las maneras como podía saber que era salvo. Dios no lo
iba a dejar ir debido al pecado que había en su vida, sino que sencillamente lo
apretó más fuerte.
¿Por
cuánto tiempo puede alguien soportar esa presión en su vida sin que su cuerpo
se afecte? En Proverbios 17:22, la
Biblia dice: "El corazón alegre mejora la salud, pero un
espíritu abatido seca los huesos" . Así como el gozo es medicinal, el
abatimiento es venenoso.
Vemos
que David se encuentra bajo una terrible presión. Cuando una persona está bajo
presión psicológica y espiritual, su cuerpo se puede ver afectado. A eso lo
llamamos "enfermedad psicosomática". Psicho quiere decir
"mente"; soma "cuerpo". La mente hace que el cuerpo
se enferme, incluso por causa de cosas muy comunes.
¿Hay aspirinas?
Permítame
darle una ilustración. Una madre llama porque la cena está lista. Entonces papá
y mamá junto con su hija y su hijo se sientan a tomar la deliciosa cena que la
madre ha preparado. Todo está bien hasta que el hermano pregunta:
-Papá,
¿puedo usar el carro esta noche?
-No, no
lo puedes usar hoy porque lo usaste anoche. Esta noche me toca a mí -dice la
hermana.
-Tú
cállate. No estaba hablando contigo. Estaba hablando con papá -le dice el
hermano a la hermana.
-No
uses la palabra cállate. Nosotros no hablamos así en nuestra casa
-interviene el papá.
-Pero
ella comenzó -dice el hermano.
-Miren
chicos, ¡cierren la boca! -interviene, otra vez, el papá.
Entonces,
la madre también interviene:
-Acabas
de decir que no dijeran "cierra la boca".
-¡Tú,
cierra la boca! -responde el papá.
Y
entonces el hermano, la hermana, el padre y la madre se envuelven en una
discusión. La cena se enfría y al final sólo comen unos pocos bocados. Todos se
levantan y se van de la mesa. Treinta minutos después uno de ellos pregunta:
-¿Hay
aspirinas?
¿Qué ha
sucedido? Usted lo sabe muy bien. El cuerpo reacciona con el corazón, la mente
y el espíritu.
Leí un
artículo donde se decía que los cambios bruscos de temperamento de una madre
pueden producir cólicos al bebé que está lactando. Somos una unidad. Estamos
relacionados unos con otros. Cuando leemos otros salmos, parece como si David realmente estuviera físicamente enfermo. Yo creo
que era resultado directo de su pecado.
En 1
Corintios 11:30, Pablo exhorta a los corintios por haber actuado irreverentemente
en la Cena del
Señor. Él dice: "Por eso hay entre vosotros muchos enfermos y debilitados,
y muchos duermen". Se refería a que estaban muertos debido al pecado en su
vida.
El
pecado enferma el cuerpo. El corazón alegre y el gozo del Señor son una
medicina maravillosa. La Biblia
dice:"...el gozo de Jehovah es vuestra fortaleza" (Nehemías 8:10).
Cuando usted está feliz en Jesús, duerme mejor. Cuando está alegre, usted
digiere su comida, sus jugos gástricos fluyen, sus glándulas funcionan cuando
deben hacerlo, porque hay gozo en el Señor.
El pecado estropea el espíritu
Ciertamente
el pecado degenera el espíritu. David dice: "Crea en mí, oh Dios, un
corazón puro y renueva un espíritu firme dentro de mí" (v. 10). El
espíritu de David estaba amargado y estropeado.
Le voy
a hacer una confesión: Si yo tuviera que elegir un compañero para realizar
algún trabajo durante el día, preferiría estar con un pecador que no ha sido
salvo que con un salvo sin comunión con Dios. Las personas salvas, que no
tienen comunión con Dios, son irritables, abusivas y difíciles de tratar.
Algunas de las personas más irritables que usted haya conocido en la vida son cristianos
sin comunión espiritual. Tienen un espíritu amargado y nada les agrada.
Usted
sabe, ningún plato en la mesa puede verse bien si usted sufre de indigestión. A
esas personas nada les agrada. Usted puede saber cuando una persona está
volviendo a sus malos hábitos. En una iglesia, esas personas empiezan a tener
un espíritu crítico.
En toda
iglesia hay suficientes personas y cosas para criticar. Si usted se enfoca en
eso, simplemente mire a su alrededor. Cuando la gente está reincidiendo en
pecado, deja de poner su mirada en el Señor y empieza a ponerla en los errores
de aquellos por quienes Jesús murió.
Y David,
como usted verá, tenía un espíritu crítico. Su espíritu estaba contaminado.
Permítame ilustrar a qué me refiero. Natán el profeta, que era como el pastor
de David, vino a hacer un reclamo. Recuerde que David había cometido adulterio,
y que con el fin de encubrirlo hizo que Urías el hitita, marido de Betsabé,
fuera asesinado en batalla.
Al
saberlo Natán, fue ante el rey y le dijo algo así: "Rey, hay un asunto que
usted debe juzgar. Es algo de lo que usted debe hacerse cargo. En el reino hay
un hombre que tiene todo lo que su corazón pueda desear, casas, tierras,
rebaños, hatos y una familia grande. Él vivía al lado de un hombre que no tenía
nada, excepto una querida corderita. Esta era como una de sus hijas, comía de
su propia mesa". Siguió diciendo: "Y rey, cuando el hombre rico tuvo un
invitado en su casa, fue y tomó a la querida corderita del hombre pobre, la
mató y la asó, y se la dio al forastero. Rey David, ¿qué cree usted que se le
debe hacer a ese hombre?".
David
enfurecido, saltó de su trono y dijo: "El hombre que ha hecho eso pagará
cuatro veces". Entonces Natán le dijo: "¡Tú eres ese hombre!"
(ver 2 Samuel12). Natán usó una parábola para mostrarle a David cómo se había
amargado su espíritu.
Observe
lo rápido que David juzgó al otro hombre. Lo juzgó por haberse robado una
corderita. Pero él se había robado una mujer. Él juzgó a alguien por matar un
animal, pero él había matado a un ser humano. Con una viga en su propio ojo,
quiso intentar sacar la paja del ojo de otra persona. El que recae en pecado
siempre actúa de esa manera. Siempre tiene un espíritu amargado y vil que encuentra
fallas en todos los demás.
Hace
unos años, escuché la historia de un hombre en cierta iglesia. Era una iglesia
pequeña, y las iglesias pequeñas tienen sus propios guardianes. Son personas
que creen que Dios las ha puesto y ungido para asegurarse de que todo vaya bien
en su iglesia. Un hombre abrió la puerta de un armario de escobas y encontró
cinco escobas nuevas. Entonces fue a buscar al tesorero de la iglesia y le
preguntó:
-¿Por
qué hemos gastado tanto dinero en cinco escobas? No estamos alcanzando nuestro
presupuesto, pero tenemos cinco escobas en ese armario.
Como el
tesorero no lo pudo calmar, terminó hablando con el pastor. El pastor le dijo:
-Bien,
hermano, yo no sé. Quizá había oferta de escobas. Quizá usamos muchas escobas,
pero son sólo cinco escobas. No pierda la comunión por cinco escobas.
Sin
embargo, más tarde mientras el tesorero tomaba café con el pastor, el hombre le
dijo al pastor:
-Pastor,
es fácil entender: ¿Cómo se sentiría usted si viera todo lo que le hubiera dado
a la iglesia durante el último año invertido en cinco escobas?
Las
personas que no están en comunión con Dios son rápidas para encontrar las
fallas de los demás. Si usted quiere, siempre puede encontrar fallas porque
sencillamente todos somos una sociedad de pecadores que al fin y al cabo nos
dimos cuenta de eso y nos unimos para hacer algo al respecto.
El pecado destruye el testimonio
Aquí
tenemos a David, un hombre conforme al corazón de Dios que amaba a Dios, pero
cometió un horrible pecado. El pecado no sólo degenera el espíritu, sino que
destruye el testimonio. Esta es una de las peores cosas que pueden ocurrir en
la vida de un hijo de Dios por causa del pecado. Observe el Salmo 51:14:
"Líbrame de homicidios, oh Dios, Dios de mi salvación, y con regocijo
cantará mi lengua tu justicia".
¿Sabe
usted por qué la gente no canta en el servicio de alabanza? Porque no está
llena del Espíritu. Simplemente está llena de pecado. No tiene nada para
cantar. Han perdido su canción porque han perdido su testimonio.
Mire el
versículo 15: "Señor, abre mis labios, y proclamará mi boca tu
alabanza". David no estaba alabando a Dios porque sus labios estaban
sellados. Su pecado había destruido su testimonio y la alabanza se había
secado. No estaba conduciendo almas a Cristo por lo que dice en los versículos
12, 13:"Devuélveme el gozo de tu salvación, y un espíritu generoso me
sustente. Entonces enseñaré a los transgresores tus caminos, y los
pecadores se convertirán a ti". ¿Puede ver lo que pasó? No había alabanza,
no había canción, ningún alma ganada. ¿Por qué? Se lo diré: porque el pecado
había destruido su testimonio.
A veces
en la iglesia usted verá personas que apenas se sientan con sus brazos
cruzados. Parece que dijeran: "Bendíceme si puedes". ¿Y por qué no
están alabando a Dios? ¿Por qué no están en comunión? ¿Por qué no están
gozosos? ¿Por qué no pueden decir: "Gloria a Dios"? ¿Por qué no
pueden alzar sus corazones a Jesús en alabanza? Porque algo anda mal por
dentro.
Andrew
Murray dijo: Hay dos clases de cristianos, los ganadores de almas y los
reincidentes. Manley Beasley decía: "Si usted está bien con Dios, tendrá
que evitar reincidir en el pecado para ganar almas".
¿Cuáles
son las consecuencias del pecado en un cristiano? Ensucia el alma, domina la
mente, deshonra al Señor, deprime el corazón, enferma el cuerpo, degenera el
espíritu y destruye el testimonio.
¿Puede
pecar un cristiano? Sí, lo puede hacer. ¿Puede un cristiano pecar y no sufrir?
No, recuerde que el hombre más miserable sobre la Tierra no es el que no es
salvo, sino el hombre que es salvo y no tiene comunión con Dios.
Limpieza de pecado en la vida de un cristiano
Volvamos
a empezar con el salmo y veámoslo desde otro punto de vista, pensando en la
limpieza del pecado en la vida de un cristiano. Quiero darle cuatro pasos que
le mostrarán cómo volverá la canción, cómo volverá el gozo y cómo se pondrá a
cuentas con Dios.
Confianza
Mire el
Salmo 51:1: "Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia. Por tu
abundante compasión, borra mis rebeliones". ¿Sabe usted lo que David
sabía? Él sabía que para una multitud de pecados, había una multitud de
misericordias. Sabía que Dios no había dejado de amarlo. Él dice:
"conforme a tu misericordia". Dios no nos ama porque seamos valiosos,
somos valiosos porque él nos ama. Dios no nos ama porque seamos buenos.
"Pero Dios demuestra su amor para con nosotros, en que siendo aún
pecadores, Cristo murió por nosotros" (Romanos 5:8). Nosotros necesitamos
tener la certeza de que sin importar lo que hayamos hecho, Dios nos ama.
Nunca
le diga a un niño cuando sea tentado a hacer algo malo: "Si lo haces, Dios
dejará de amarte". Esa es una mentira. Usted no puede hacer nada para que
Dios lo ame más, ni para que lo ame menos. Él lo ama y punto. Su pecado puede
contristarlo, pero él lo ama. Si tan sólo pudiéramos entender que Dios nos ama,
y que para una multitud de pecados hay una multitud de misericordias.
"Afortunado"
Un
hombre puso el siguiente anuncio en la sección de objetos perdidos y
encontrados de un periódico: "PERRO PERDIDO. Cojea de una pata delantera,
es tuerto del ojo izquierdo, tiene sarna atrás y en el lomo, no tiene cola. Fue
castrado recientemente. Responde al nombre de Afortunado". Y sí que era un
perro afortunado. Le diré por qué. Porque a pesar de todo lo malo que tenía,
alguien lo amaba lo suficiente como para buscarlo.
¿Sabe?,
nosotros somos afortunados, mejor aún, somos bendecidos. Dios nos ama por pura
gracia. Y quiero que usted tenga esta confianza: Dios lo ama con amor eterno.
Es pura gracia de él. Cuando entendemos esto, decimos: "Ante tal gracia,
diariamente me veo forzado a ser un gran deudor"[1].
Dios lo
ama. ¡Maravilla de maravillas, milagro de milagros! A pesar de que David
cometió un pecado horrible, dañino, nefasto, él pudo tener confianza para orar
así: "Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia. Por tu
abundante compasión, borra mis rebeliones".
Confesión
El
salmo 51:2,3 dice: "Lávame más y más de mi maldad, y límpiame de mi
pecado. Porque yo reconozco mis rebeliones, y mi pecado está siempre
delante de mí". Observe cómo se refiere David al pecado: "Mi
pecado", no el de otra persona. Él está diciendo: "Dios, yo soy el pecador. Dios, yo soy
el que ha pecado. Reconozco mi pecado. Mi pecado, mi trasgresión". Como el
antiguo canto lo dijera: "...No es mi hermana, ni me hermano, sino yo,
Señor...". Hay una cosa que Dios nunca aceptará en cuanto al pecado y eso
son las disculpas. Jesús no murió por disculpas, él murió por el pecado.
No es sólo una admisión
La Biblia dice en 1 Juan 1:9: "Si confesamos nuestros pecados, él es
fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiamos de toda maldad".
El verbo "confesar" cuando se utiliza en el Nuevo Testamento, está
compuesto por dos palabras griegas: homos y
lego que significan "decir lo mismo". En el sentido bíblico,
admitir su pecado no es lo mismo que confesar su pecado. Usted puede admitir su
pecado en un tribunal, pero una confesión de pecado es decir lo mismo que Dios dice.
Él dice:
-Adrian,
esto está mal. Has hecho algo malo, has pecado.
-Sí,
Dios, estoy de acuerdo contigo -respondo. Me acerco a ti y digo que pecado es
lo que tú llamas pecado. Dios, estoy de acuerdo contigo, confieso mi pecado.
La
gente siempre ha querido excusarse por su pecado. Empezó en el jardín del Edén.
¿Recuerda?
-Adán,
¿dónde estás? ¿Has hecho esto?
-Bien,
Señor, realmente no fue mi culpa. Fue la mujer que me diste, fue su culpa.
Y Dios
le habló a Eva, y ella dijo:
-Bien,
Señor, pues la serpiente me engañó.
¡Desde
luego la serpiente no tenía ninguna excusa!
La
naturaleza humana quiere decir: "No fui yo, fue el otro". Las excusas
abundan: "Es que fui criado en una familia disfuncional. Mi familia es de
mal genio. Tuve un malfuncionamiento glandular". Sea lo que sea, son
disculpas en lugar de confesión. Amigo, esa confianza debe ir seguida por una
confesión: "Reconozco mi trasgresión".
La Biblia enseña que: "El que encubre sus pecados no prosperará, pero
el que los confiesa y los abandona alcanzará misericordia" (Proverbios
28:13). Cuando nosotros intentamos cubrir el pecado, Dios lo destapa. Cuando lo
destapamos, Dios lo cubre. "Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y
justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad" (1 Juan
1:9).Y amigo, usted y yo podemos ser perfecta y totalmente limpios.
La diferencia entre la
acusación y la convicción
Usted
necesita aprender la diferencia entre la acusación satánica y la convicción del
Espíritu Santo. El diablo es el acusador de los hermanos y él lo hace de dos
maneras:
1.
El diablo lo acusará de pecados que usted ya haya confesado. Él intentará desenterrarlos. Amigo, cuando Dios los entierra, se han
ido, nunca los volverá a exponer. "Él es fiel y justo para perdonar
nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad". "...Lo que Dios ha
purificado no lo tengas tú por común" (Hechos 11:9). Porque "...la
sangre de su Hijo Jesús nos limpia de todo pecado" (1 Juan 1:7).
En
ocasiones el diablo lo acusará de cosas que usted hizo hace años. Recuerde que
si usted ha entregado su vida al Señor Jesús y ha confesado sus pecados, aunque
el diablo pretenda sacarlos a la luz, ya el Señor lo ha limpiado a usted de
esos pecados por medio de su preciosa sangre vertida en la cruz.
2.
El diablo intentará hacerlo sentir culpable sin ninguna razón. A veces usted simplemente se siente mal y termina orando de esta
manera: "Oh Dios, si he pecado, perdóname". Amigo, anule ese tipo de
oración. Ese no es el tipo de oración que David hizo. La Biblia dice: "Si
confesamos nuestros pecados". Nombre el pecado. Esa es la única manera en
que usted puede saber si realmente es perdonado. Sólo llámelo por el nombre.
El
diablo tratará de sacar a relucir el pecado que ya ha sido perdonado, o buscará
la forma de hacerlo sentir mal acerca de algo sin darle un nombre. Eso es acusación.
¿Qué es
la convicción?
La convicción es el Espíritu Santo diciendo:
"Tú has hecho esto, esto y esto", y como un buen médico presionará
con su dedo, justo sobre el punto que duele. Lo llamará por su nombre y querrá
que usted lo confiese y sea limpio: eso es maravilloso. No permita que el
diablo lo acuse de pecados que ya le han sido perdonados, o de cosas que nunca
ha hecho. El Espíritu Santo de Dios lo convencerá de algo específico, luego
usted lo confesará y será limpio.
Limpieza
Puesto
que el pecado lo hace sentir sucio, Dios le da un baño espiritual. David dice:
"Lávame" (Salmo 51:2, 7). Se trata de una limpieza un tanto exterior,
puesto que el pecado nos hace sentir enteramente sucios. Luego en el versículo
7, él dice: "Quita mi pecado con hisopo, y seré limpio". Esto habla
de una limpieza interior.
Usted puede ser tan puro como la nieve recién caída. "Si confesamos
nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y
limpiarnos de toda maldad" (1 Juan 1:9). "Aunque vuestros pecados
sean como la grana, como la nieve serán emblanquecidos. Aunque sean rojos como
el carmesí, vendrán a ser como blanca lana" (Isaías 1:18).Ese es el poder
limpiador de la gracia de Dios.
Usted
no tiene que llevar a todas partes esa carga, Dios se la limpia. El rey David
fue limpiado de su pecado y usted también puede recibir esa limpieza
maravillosa.
Un
amigo pastor y su esposa salieron a celebrar su aniversario y pasaron por un
almacén de ropa. En la vitrina había un hermoso vestido blanco, que parecía ser
perfecto para ella. Así que entraron por simple diversión para verlo. Él dijo:
-Querida,
pruébatelo.
Ella se
lo puso. No necesitaba ningún arreglo. Era perfecto, como hecho a su medida. La
hacía sentir bien y se veía espectacular. Al mirar la etiqueta del precio
tragaron grueso, pero él le dijo:
-Querida,
es nuestro aniversario. Lo voy a comprar -y lo compró.
Ella se
puso el vestido y fueron a cenar sin ningún afán. Comieron de postre pastel de
cerezas, y sucedió algo desagradable. Sobre su regazo cayó un pedazo de pastel
de cereza justo sobre el vestido blanco. La siguiente escena se desarrolló en
una lavandería. Llevaron el vestido y preguntaron al dueño:
-¿Puede
usted quitar esta mancha?
-Bien,
¿de qué es? -preguntó el hombre.
-Es de
cereza -dijo ella.
-Ay,
señora, en un vestido blanco, no creo que pueda. Es posible, pero no prometo
nada. Déjemelo, haré lo mejor que pueda.
Se
marcharon. Cuando fueron a recoger el vestido, ella preguntó:
-¿Logró
quitarle la mancha?
-Se lo
mostraré -dijo el dueño-o Si lo mira cuidadosamente verá que hay una mancha,
pero por lo general la gente no lo notaría.
Pagaron
y volvieron a casa con el vestido, pero ella nunca lo volvió a usar porque
sabía que ahí estaba la mancha.
Ahora
permítame contarle una historia con un final feliz. No hay mancha que la sangre
de Jesús no pueda quitar. ¡Ninguna! "...y la sangre de su Hijo Jesús nos
limpia de todo pecado" (1 Juan 1:7). David dice: "Quita mi pecado con
hisopo, y seré limpio; lávame, y seré más blanco que la nieve" (Salmo
51:7).
Consagración
En el
Salmo 51:12-15, David dice: "Devuélveme el gozo de tu salvación, y un
espíritu generoso me sustente. Entonces enseñaré a los transgresores tus
caminos, y los pecadores se convertirán a ti. Líbrame de homicidios, oh Dios,
Dios de mi salvación, con regocijo cantará mi lengua tu justicia. Señor, abre
mis labios, y proclamará mi boca tu alabanza". Es como si David dijera:
"Señor, pon mis pies en el camino correcto, y volveré a servirte".
Dios no sólo nos limpia para que podamos sentarnos tranquilamente limpios. Él
nos vuelve a poner en el camino del servicio.
¿Sabe
usted cómo empezó David a meterse en problemas? No estaba haciendo lo que debía
estar haciendo. La Biblia
dice que era el tiempo cuando los reyes iban a la guerra. En la tarde David se
levantó de la cama. Ese sin vergüenza había estado en la cama todo el día. Se
levantó, y vio desde la azotea a Betsabé (una mente ociosa es el taller del
diablo).
¿Sabe
usted que si hace lo que debe estar haciendo, no puede hacer lo que no debe
estar haciendo? Cuando usted peca, tan pronto limpia su corazón de pecado,
vuelve al servicio. Recuerde los cuatro pasos de restauración: Confianza,
confesión, limpieza y consagración.
No crea
que porque puede ser limpio da lo mismo si peca o no. Así como si pone una mano
sobre un fogón y se quema, si peca, se ata al sufrimiento; pero gracias a Dios
por su maravillosa, grandiosa y sin igual gracia que perdona y restaura al
cristiano que peca.
[1] Come Thou Of Every
Blessieng (Ven a la fuente de todas bendición). Líricas por Robert
Robinson, 1759
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