jueves, 14 de noviembre de 2013

LA ARMADURA DE DIOS NO ES UNA SIMPLE CONFESIÓN 

 
La armadura de Dios es un estilo de vida, en el cual como creyentes debemos mostrar en nuestra conducta diaria, el apóstol Pablo nos advierte que hay seres espirituales de maldad que nuestros
ojos físicos no ven, pero que allí andan viendo en qué momento les damos lugar para derrotarnos, no debemos ser ignorantes, por el contrario, debemos reconocer que estamos en una lucha espiritual y es por eso que el apóstol Pablo nos exhorta a ponernos TODA LA ARMADURA DE DIOS.

¿Como sabemos que andamos con la armadura de Dios?

1. El mismo apóstol Pablo nos dice que debemos andar continuamente en la verdad, no permitirnos ni hablar ni actuar con mentiras o medias verdades, nuestro actuar debe ser de acuerdo al consejo de Dios dado en Su Palabra, ya que Su palabra es la verdad, obviamente se requiere tener a Jesucristo como Señor de nuestras vidas, ya que Él es el camino y LA VERDAD y la vida. Antes de hablar o actuar asegúrate que es con la verdad.

2. Nuestras decisiones y acciones deben ser justas. Cuando voy al trabajo ¿estoy siendo justo cumpliendo mi horario de trabajo, llego puntualmente y cumplo con lo que me asignan haciéndolo de buena gana? ¿En el trato con mi cónyuge estoy siguiendo los parámetros bíblicos, estoy amando a mi esposa o estoy respetando a mi esposo, según sea el caso? ¿Estoy honrando a mis padres, sin importar su conducta? ¿Estoy instruyendo con mi ejemplo y la Palabra de Dios a mis hijos?¿Estoy siendo responsable con los deberes de creyente, estoy orando por otros, sirviendo con los dones y talentos que Dios me ha dado, estoy diezmando y ofrendando a la Iglesia para que la obra de Dios continúe avanzando? Hay muchísimas acciones que son justas que debo cumplir, el no hacerlo significa que no andamos justamente.

3. ¿Estoy compartiendo la buenas nuevas de Jesucristo a cuanta persona Dios me ponga en frente? Quizás esa sea la última oportunidad que esa persona tiene. Recordemos que nosotros somos creyentes en Jesucristo porque alguien valientemente nos compartió el mensaje de salvación, no tuvo temor, no se avergonzó de Cristo y nos dijo la verdad, y gracias a esa persona como instrumento de Dios, hoy podemos disfrutar de la vida en abundancia que el Señor nos ha dado. Ahora nos toca a nosotros compartir lo que ya tenemos, la vida eterna a través de Jesucristo.

4. Todo lo que la Biblia nos dice es toda la verdad absoluta y nuestra responsabilidad es creerla firmemente, de allí la importancia de escudriñar las Escrituras para conocer quién realmente es Dios, allí encontramos Sus atributos, un Dios Todopoderoso, que lo conoce todo y está en todo lugar, listo para respondernos en todo momento. ¿Creo con todo mi corazón lo que Él me dice a través de Su Palabra? Si tu respuesta es afirmativa, a eso se le llama “FE”, es convicción, certeza, seguridad absoluta en el Dios de la Biblia, sin importar las condiciones que actualmente estás atravesando, aférrate a Sus promesas y Él honrará tu fe.

5. La salvación que el Señor nos ha dado, no es algo que nosotros compramos por nuestra buena conducta o nos lo ganamos por nuestra buena moral, es algo que el Señor nos regaló por Su gracia, por Su misericordia, y eso sucedió cuando reconocimos que éramos pecadores, que andábamos perdido y que sin Su ayuda nuestra vida no tenía sentido. Nos arrepentimos y nos volvimos a Él, y a partir de allí Él comenzó una buena obra que la va perfeccionando día a día. Esto debe estar firmemente arraigado en nuestra mente de tal forma que cuando vengan los ataques del enemigo, nuestra mente debe estar protegida por lo que ya Jesucristo hizo por nosotros. ¡SOMOS SALVOS, ALELUYA!

6. Continúa el apóstol Pablo aconsejándonos que diariamente debemos tomar la Palabra de Dios, no significa desempolvar la Biblia cada fin de semana, recordemos que nuestra vida cristiana se sustenta en el alimento espiritual que tomemos, sino nos alimentamos, definitivamente nuestra condición espiritual decaerá, estaremos débiles y seremos presa fácil para el enemigo. Tomar la espada del Espíritu significa que nuestra vida se alimenta continuamente de la Palabra de Dios, nos deleitamos al escudriñar las Escrituras, es como miel a nuestro paladar, nos agrada abrir la Biblia y contemplar sus maravillosas promesas y consejos para ponerlos en práctica.

7. Orar es desear tener comunión con nuestro Padre, que deleite es platicar con nuestro Padre celestial, que gran privilegio tenemos al comunicarnos con Aquél que la Biblia nos dice que es Alto y Sublime, que habita en la Eternidad, pero que gran promesa nos dice la Biblia también que Él habita con el quebrantado y humilde de espíritu. La oración nos permite alabar, adorar, darle gracias, exponerle nuestras luchas y necesidades al Señor y también nos permite interceder por otros ante el Padre.

Estas disciplinas espirituales deben estar arraigadas en nuestro ser, de tal modo que todas se complementan y son necesarias en nuestras vidas y como creyentes en Jesucristo que somos debemos utilizarlas como un estilo de vida, no dependen de los sentimientos o del ambiente donde estemos, debemos en TODO LUGAR Y EN TODO TIEMPO UTILIZAR LA ARMADURA DE DIOS.

Efesios 6:10-20
“Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza.
Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo.
Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes.
Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes.
Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de justicia, y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz.
Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno.
Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios; orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos; y por mí, a fin de que al abrir mi boca me sea dada palabra para dar a conocer con denuedo el misterio del evangelio, por el cual soy embajador en cadenas; que con denuedo hable de él, como debo hablar.”

HHR

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